La Sección Segunda de la Audiencia Provincial ha condenado a siete años de prisión a Ramón López Salazar, el joven que pegó una brutal paliza a un hombre de 69 años, y por la cual éste falleció 11 días más tarde.
La sentencia relata que la agresión tuvo lugar en la madrugada del 4 de octubre de 2003. Unas horas antes, el acusado había tomado unas cuantas copas en un bar de Capdepera para celebrar el cumpleaños del propietario.
Al acabar la fiesta decidió irse caminando hasta Cala Rajada. El joven se dirigió hacia el paseo marítimo, donde contactó con la víctima. El hombre, de 69 años, había bajado a fumarse un cigarrillo a escondidas de su mujer cuando el agresor le abordó. Tras una breve conversación, Ramón Salazar aprovechó una distracción de la víctima para agredirle. Aunque el condenado explicó durante el juicio que sólo le pegó «dos guantazos porque me había tocado los genitales», lo cierto es que la sentencia concluye que le lanzó puñetazos y le golpeó en la cara durante «un par de minutos», cuando el hombre ya había caído al suelo.
Según el magistrado ponente, el agresor «era consciente de que por la edad de la víctima y repetidos golpes que le daba en la cabeza podía causarle lesiones graves e innecesarias ante lo desproporcionado y brutal de la paliza». Asimismo, el juez destaca «la gratuidad, violencia y brutalidad del acometimiento». Para hacer esta afirmación el tribunal ha tenido en cuenta dos sentencias previas que condenaban al acusado por delitos de hurto y lesiones a su ex novia, «recogiendo el relato fáctico de la segunda de estas sentencias la vileza y cobardía en el ataque a su ex novia (...) que advierten del perfil criminal y violento del acusado y de su agresividad».
Tras la agresión, Ramón López recogió las llaves del coche del acusado y huyó del lugar a bordo del mismo. Curiosamente, al día siguiente sufrió un accidente con el coche y lo abandonó en una rotonda de Capdepera.
A consecuencia de la paliza, la víctima fue trasladada al hospital de Manacor con diversas contusiones y una fractura en la mandíbula. En principio no parecía haber sufrido mayores daños y fue dado de alta, aunque al cabo de varios días comenzó a sufrir fuertes dolores de cabeza. Seis días después del ataque ingresó en la UCI de Son Dureta, donde falleció tras detectarse que sufría un hematoma subdural y una hemorragia subaracnoidea traumática.