La mujer que el pasado viernes fue vejada y apaleada tras ser secuestrada en Son Servera cree que es víctima de una venganza y desde hace un mes y medio vive «una pesadilla». La mujer, de 42 años, explica que empezó a tener problemas después de denunciar a un compañero de trabajo por acoso sexual y quiere que la situación «se aclare cuanto antes, porque yo tengo mi familia y mi trabajo, no he tenido problemas nunca y la situación es insoportable». La víctima destaca «el trato que me está dando la Guardia Civil, que se ha volcado en la investigación y me ha dado protección», pero se muestra crítica «con los jueces de Manacor, porque creo que no han escuchado todo lo que tienen que escuchar en este asunto».
La mujer indica que a principios de agosto denunció a un compañero del hotel donde trabaja por acoso sexual: «Vino muy alterado, me encerró en un cuarto e intentó abusar de mi, tuvo que venir el director a ver lo que pasaba y lo echó del hotel», explicó. La mujer afirma que hasta entonces no había tenido problemas con nadie, pero después se han sucedido una serie de acontecimientos negativos.
La víctima asegura que una semana después, de noche, la esperaron a la salida del trabajo, la agredieron con un palo y le partieron el labio, «aunque no pude ver la cara de la persona que me pegó». En los días sucesivos recibió llamadas amenazantes a su teléfono y en el trabajo y le dejaron una nota por debajo de la puerta.
En otra ocasión, -explica la mujer-, el compañero denunciado se paró al lado suyo, cuando iba en coche, la abordó y la agredió «y esta vez se paró gente a ver lo que había pasado y hay testigos». La mujer cree que es víctima de una venganza porque se niega a retirar las denuncias interpuestas por acoso sexual y por estos otros hechos. Asimismo, manifiesta que el sospechoso «fue detenido hace diez días por atracar un banco, pero ha salido de la cárcel con una fianza de 6.000 euros». El viernes, cuando la mujer se disponía a ir al trabajo, un hombre desconocido se introdujo en su coche, la obligó a ir a una zona descampada de Capdepera y allí se ensañó con ella. Los investigadores creen que este individuo, que actuó a rostro descubierto, fue contratado para vejarla y maltratarla y las prioridades se centran en saber quién le pagó para ello.