EMILIO LÓPEZ VERDÚ
La Audiencia Provincial acogió ayer el espeluznante relato de un episodio de violencia de género que a punto estuvo de costarle la vida a una mujer en noviembre de 2005 en Inca. El acusado es su marido, un hombre de 29 años llamado Fernando C.F. con el que, hoy por hoy, sigue estando casada legalmente.
Con un marcado acento estadounidense, la mujer comenzó narrando que pocas semanas antes rompió la relación con su esposo y se fue a una casa de acogida. La mujer había hecho planes para marcharse rumbo a EEUU, donde ya había residido varios años. El 18 de noviembre tenía los billetes comprados y las maletas hechas. Sin embargo, el marido conocía sus gestiones gracias a una llamada realizada al consulado de EEUU en Palma.
Como cada día, quedaron en un parque para que el hombre pudisese ver a sus hijos. En esta cita el marido insistió mucho para que fuesen a su casa, en la calle Frai Antoni Torrens. «Él estaba muy agitado y quería saber cuáles eran mis planes. Yo tenía la intuición de que algo iba muy mal», explicaba la mujer. «Fernando me dijo: 'sé que tienes los billetes' y empezó a llorar. Luego cambió su actitud, cerró la puerta con llave y con mucha calma me miró a la cara y me dijo: 'tú no te vas a ningún lado'. Se me echó encima y comenzó a estrangularme. De repente me di cuenta de que estaba encima de mí, intentando quitarme la vida delante de mi propia hija».
La mujer relató a continuación que su marido intentó romperle el cuello y hubo una pausa. «Recuerdo que entonces sentí como un boli entrando en el cuello y caí al suelo. Sabía que me estaba muriendo y nunca olvidaré que durante todo ese tiempo él me decía: 'nunca me vas a dejar, nunca me vas a dejar'. Yo sólo quería que él recuperase el sentido, pero era imposible. Y después nada, silencio». Según explicó la mujer, el hombre la sorprendió por detrás. «El ataque estaba muy bien calculado» afirmó rotundamente».Un momento después, con la mujer sin fuerzas para moverse, su marido la levantó y se la llevó en brazos hasta el sofá. «Allí se sentó conmigo y me acunó en sus brazos. Recuerdo que un hombre entró y le dijo que avisara a una ambulancia. Cuando se fue, me metió los dedos en la herida para hacerme sangrar más deprisa». La mujer explicó que su marido, aficionado a la caza, utilizaba esa técnica para matar más rápido a los animales que capturaba. «Yo no me lo podía creer, nunca pude pensar que un hombre al que amas y con el que has tenido dos hijos pueda llegar a matarte. Sin embargo, saqué fuerzas de algún lugar, me levanté y fui hacia la calle.
Después de eso el marido se dirigió hacia el portal y se quedó sentado, esperando la llegada de la policía y de las ambulancias, lamentándose por lo ocurrido.