Ocho familias han visto, atónitas, cómo las casas en las que vivían se han visto reducidas a un montón de cascotes. Los inquilinos residen en una finca rústica ubicada en el Camí de Muntanya de Son Ferriol. Hace varios años su propietario comenzó a construir cocheras, les añadió baño y cocina y las puso en alquiler a precios económicos, entre 100 y 200 euros mensuales. De hecho sus moradores son gente de clase muy humilde.
Entre ellos hay inmigrantes y mallorquines con escasos recursos. También se encuentran particulares que alquilaron las instalaciones sólo como cochera, entre ellos un fontanero y un coleccionista de coches antiguos, que ha perdido gran parte de sus herramientas. Algunos de los inquilinos vivían en la casa desde 1988. Ese es el caso de Filomena, de 83 años, o de Catalina, de 79, cuyas viviendas siguen por el momento en pie.
Varios de los residentes explicaron ayer a Ultima Hora que todo fue bien hasta hace cuatro años, cuando el antiguo propietario murió y la finca pasó a manos de su hermano. Desde ese momento, les cortaron la luz y el agua y tuvieron que emplear grupos electrógenos y llenar una cisterna, de la que se abastecen regularmente.