JAVIER JIMÉNEZ
Tomás Cuenca, el joven que tiroteó a su padre en Manacor, estaba recargando el arma cuando fue detenido por la policía y los investigadores creen que pretendía rematar al progenitor, que yacía malherido a pocos metros.
El acusado ingresó ayer en la prisión de Palma, acusado de un delito de homicidio en grado de tentativa, y por la mañana prestó declaración ante el juez de guardia en Manacor. En la noche del domingo, según reconoció ante los agentes del Cuerpo Nacional de Policía, había bebido dos litros de cerveza, aunque no se encontraba en mal estado. De hecho, sufre una adicción al alcohol y tiene que beber en cantidades desmesuradas para que le haga efecto. La relación paterno-filial siempre ha sido muy complicada y hace años Tomás se fue a vivir a casa de unos familiares, porque no podía seguir conviviendo con su padre. En la actualidad había regresado a la casa familiar y los problemas seguían. Ese día su padre le advirtió que no cogiera su furgoneta, pero él no le hizo caso. Llegaron a las manos y Tomás le agredió. El padre, muy nervioso, subió al vehículo para dirigirse a la comisaría a denunciar lo ocurrido y el joven le disparó en dos ocasiones. Los tiros impactaron contra la furgoneta y ni el padre ni su nieto, que estaba abriendo la puerta de la finca, resultaron heridos.
El varón regresó con dos patrullas del Cuerpo Nacional de Policía y su hijo lo esperaba agazapado tras una palmera. Le disparó a bocajarro y cuando los funcionarios se abalanzaron sobre él estaba recargando la escopeta de caza. Ramón Cuenca, la víctima, permanece intubado en Son Dureta, conectado a un respirador. Su estado es crítico, pero los médicos han advertido una ligera mejoría. Presenta problemas pulmonares y digestivos por el impacto de los perdigones del cartucho.