EMILIO LÓPEZ VERDÚ
La Audiencia Provincial juzgó ayer a Miguel G.G., un hombre de 45 años acusado de abusar sexualmente de una niña de cinco años mientras la estaba bañando en una casa de Palma.
El acusado, que unos años antes era vagabundo, fue «rescatado» de la calle por un amigo suyo, al que conocía del barrio desde que eran niños. Este hombre le acogió en su casa, aunque luego Miguel G.G. les explicó que él tenía otra vivienda más grande, aunque estaba llena de okupas. Su amigo, que tenía una pareja y dos hijas de corta edad, le ayudó a recuperar la casa y todos se trasladaron a vivir allí. El trato era que la familia se encargaría de pagar todos los gastos y Miguel no pagaría nada, aunque se encargaría de realizar pequeñas tareas.
Según la niña, los abusos sexuales tuvieron lugar en febrero de 2005. En esa época su madre había sufrido un accidente de moto y el acusado se estaba haciendo cargo de las hermanas. Un día le tocó bañar a la niña, aunque afirma que lo hizo «con las puertas abiertas y mientras los padres estaban en casa».
Sin embargo, la versión de la pequeña es que Miguel le metió un dedo en la vagina, lo que le produjo una herida sangrante. Además ofreció algunos datos que los forenses consideraron significativos, como que el hombre tenía una uña «larga y sucia» y que le hizo daño con ella.
La madre conoció el hecho esa misma tarde, al ver la ropa interior de su hija manchada de sangre. La mujer discutió con el acusado y, según asegura, éste la agarró por el cuello y la golpeó varias veces. En su declaración ante el tribunal, la madre también explicó que ya sospechaba que pasaba «algo extraño», porque dos semanas antes la niña «se despertaba por las noches, iba sonámbula y decía que tenía pupa».
La fiscal encargada del caso solicita una pena de ocho años de prisión para el acusado, mientras que la acusación particular eleva la petición hasta los diez años de prisión.