El juzgado de lo Penal número 2 de Palma condenó ayer al guardia civil acusado de maltratar hace una semana a su pareja, una jueza de Inca. El juicio estuvo rodeado de varios hechos anómalos. El primero fue la decisión de la jueza de lo Penal de cerrar al público todo un pasillo de los juzgados de Vía Alemania por petición de la víctima, también jueza. Al parecer, esta decisión se tomó porque la agredida explicó que «tenía miedo» de la decena de agentes de Tráfico, todos ellos compañeros de Sacristán, que habían acudido a la sede judicial para apoyar a su compañero.
La vista oral se iba a celebrar como juicio rápido, aunque finalmente no tuvo lugar porque se llegó a un acuerdo para rebajar la petición inicial, de dos años de prisión, hasta los ocho meses.
La sentencia también le suspende de empleo público durante ocho meses, le prohíbe la tenencia de armas durante seis años, le retira la patria potestad por tres años y le obliga a realizar 60 días de trabajo en beneficio de la comunidad.
La única atenuante aceptada por la fiscal en la negociación es la de reparación del daño, ya que el guardia civil ha pagado la correspondiente indemnización, de unos 2.000 euros, a la víctima.
Tras conocer el fallo, el agente rompió a llorar en los pasillos de Vía Alemania y se abrazó a todos sus compañeros, que le aguardaban a la salida.
Todo este episodio comenzó una semana antes, el martes día 22 de noviembre. Esa tarde se produjo una discusión en el domicilio que compartían el guardia civil y la jueza. Según la víctima, el hombre la golpeó y la amenazó con cortarle el cuello con una katana, una espada japonesa. El agente es experto en el manejo de este arma, y también es especialista en el arte marcial del aikido.
Tras la discusión se marchó al destacamento de Inca y vio parte de un encuentro de fútbol por la televisión, hasta que varios compañeros suyos le arrestaron.
La jueza solicitó una orden de alejamiento y el acusado fue trasladado a los calabozos de la Comandancia palmesana, donde se le retiró el arma y se le abrió expediente disciplinario por falta muy grave.
Después de 24 horas en los calabozos, Sacristán fue juzgado en Inca, y la magistrada ordenó su ingreso en prisión tras escuchar su relato de los hechos. El agente ha permanecido cerca de una semana en la enfermería de la prisión hasta el día de juicio.
Al parecer, víctima y agresor se conocieron hace poco más de un año en Manacor, ciudad en la que empezaron a salir. La jueza se quedó embarazada y ambos fueron trasladados a Inca, donde hace dos meses nació su hijo.
Varios compañeros expresaron ayer su malestar al conocer el fallo, y especialmente por la inmediatez de la expulsión. Según aseguran, al agente no se le ha permitido recoger ni sus efectos ni retirar su propio vehículo, que sigue en el destacamento de Inca.
Un hermano del agente se trasladó ayer a Mallorca para acompañarlo hasta la península.
Esta no era la primera riña que mantenían, ya que según varios compañeros del Guardia Civil, él quería acabar con la relación.