EMILIO LÓPEZ VERDÚ
Adolphe, un joven policía que trabaja en París y que está de vacaciones en Mallorca, realizó ayer un trabajo fuera de servicio. Sobre las 11.00 horas, vio a un ladrón escapar de la joyería Rocío, en la calle Pelaires de Palma, con dos muestrarios de collares de oro. El policía reconoció a la dueña de la tienda, ya que casualmente el año anterior había comprado allí una joya para su mujer.
Al ver al ladrón huir, su instinto policial le hizo correr detrás para intentar atraparlo. La carrera les llevó a atravesar es Born e internarse por las calles de la barriada del Puig de Sant Pere hasta el número 4 de la calle Sant Pere, donde el ladrón emprendió la subida a toda velocidad por una empinada escalera. Desde allí tiró a la calle uno de los dos muestrarios. En su huida se cruzó con Candelaria, una vecina que lleva viviendo 27 años en la finca y que se llevó un buen susto. Adolphe se detuvo allí, al desconocer el peligro que podía correr si se metía en la finca.
Varios vecinos se reunieron en el portal, mientras el agente francés permanecía a la espera de la policía local con el muestrario en sus manos. Varios agentes de la policía local en bicicleta y de la Unidad de Intervención Inmediata (UII) iniciaron la búsqueda del hombre, que se metió por un tragaluz del cuarto piso y salió a los tejados. Desde allí, cargado con el único muestrario que le quedaba, saltó sobre los tejados de varias viviendas, pasó por encima de un edificio en construcción y llegó al terrado de la finca ubicada en la calle del Vi número 20, desde donde pudo bajar a la calle y huir. En su camino, dejó una estela de tejas rotas y se enganchó con una sábana tendida. Los testigos describieron al ladrón como un joven de 1.85 de altura, con el pelo largo y una gorra, delgado, de ojos claros, y vestido con una camiseta azul oscuro y pantalones vaqueros.
Las encargadas de la tienda Rocío de la calle Pelaires recibieron luego la visita de la policía, aún nerviosas por lo sucedido. Explicaron que el hombre tenía acento argentino y que les pidió los muestrarios para comprarse una cadena. Tras probarse una, agarró los muestrarios y huyó a toda velocidad. Las mujeres ignoran el valor exacto del material robado, aunque calculan que en cada muestrario había unas 40 cadenas de oro, cada una valorada entre los 100 y los 400 euros.