JOAN SOCÍAS
El asesinato de Katharina Glaser quedó ayer prácticamente resuelto a nivel policial. Los inspectores del Grupo de Homicidios y funcionarios del CNP de Manacor encontraron el arma que acabó con la vida de la ciudadana alemana residente en Cala Murada, una carabina de pequeño calibre, y el presunto autor, su compañero sentimental, se «derrumbó» y confesó la autoría.
Tras la detención de Rudolf Messerer el pasado jueves, y una vez en la Jefatura Superior, se le tomó declaración y el hombre seguía negando su implicación en el crimen. Pero la policía, además de varios indicios en base a contradicciones en sus anteriores declaraciones, tenía la sospecha de que al arma de fuego seguía en el chalet de la calle Catalunya donde ocurrieron los hechos.
En principio se pensaba que dicha arma pudo ser arrojada a una fosa séptica, por lo que se preparó un dispositivo en el cual, ayer, el sospechoso sería trasladado al chalet, y un camión para la limpieza de fosas sépticas vaciaría la que hay en el solar del inmueble. Así, a primera hora de la tarde partió desde Palma hacia Manacor el dispositivo policial. En Manacor se unieron al grupo mandos y agentes de la comisaría, y la comitiva llegó sobre las tres de la tarde al chalet de Cala Murada. Rudolf Messerer no estaba ya tan seguro de sí mismo.