El peligro de un nuevo derrumbe obstaculizó ayer la búsqueda de desaparecidos bajo el techo derrumbado del pabellón de Bad Reichenhall, una tragedia que suma ya once muertos y sobre la que pesan sospechas de negligencia vergonzantes para la próspera Baviera.
Poco después de que la canciller Angela Merkel calificase «carrera contra el tiempo» la búsqueda de supervivientes, el concejal del distrito, Georg Grabner, comunicó la suspensión durante horas de las tareas de rescate, a la espera de la llegada de maquinaria especial. Hasta entonces se habían encontrado once muertos -entre ellos, seis niños de nueve a doce años- y bajo los restos del techo, probablemente atrapados sobre la pista de hielo, se había «localizado» a cuatro desaparecidos: una mujer y cuatro menores, de entre 12 y 16 años. A la angustia de los familiares y la conmoción general se suma las sospechas de negligencia, que han generado una ola de indignación.