María Rosario E.P., la indigente de 50 años que falleció el sábado tras ser rociada con líquido inflamable por tres jóvenes en un cajero de Sant Gervasi, pasó buena parte del pasado verano bebiendo copas de coñac 'Soberano' en la mesa 6 de la terraza del café-bar Encri, en el barrio de Sants de Barcelona.
Enrique, el propietario de este bar, aún la recuerda como «una buena mujer que bebía mucho, pero que nunca dejó nada a deber, siempre pagaba».
María Rosario E.P. trabajó muchos años en una empresa, donde algunos vecinos aseguran que fue secretaria de un jefe, y hace diez años, cuando perdió su empleo, su marido y su posición social, fue atendida por los servicios sociales del ayuntamiento de Barcelona hasta que desapareció de la ciudad para regresar hace cinco años a deambular otra vez.
Por otra parte, los abogados que defienden a Ricard P.B y Oriol P.S., los dos jóvenes de 18 años acusados del asesinato, decidieron en principio no recurrir el auto de prisión dictado por la juez este miércoles.No obstante, a última hora de la tarde de ayer Juan Antonio del Moral, abogado del joven Ricard P.B., declaró que «con los indicios que se recogen en el auto de prisión no se puede llegar a la conclusión de que ha habido un asesinato con agravantes». «Es más -añadió el abogado-, de los indicios del propio auto se puede deducir que no hubo intención de matar y, por lo tanto, se desmonta esa idea, y queda probado que no quisieron causar la muerte».
Este mismo letrado declaró que los chicos «merecen, sin duda, un escarmiento», pero insistió en que no era voluntad de los tres acusados causar la muerte de Rosario E.P., sino solamente atemorizarla.
«Si yo creyese que había intención de matar, no les defendería, y en todo caso nos tendríamos que plantear qué clase de juventud tenemos», declaró. Fuentes judiciales han señalado que el caso será juzgado mediante jurado popular y que probablemente el juez instructor citará tras las fiestas navideñas a las partes personadas en la causa para visionar la filmación del cajero que captó la entrada y salida de los tres imputados.
El miércoles, el padre de uno de los tres jóvenes aseguró que su hijo «debe pagar» por lo que ha hecho, aunque está convencido de que no quería matar a la mendiga, sino sólo «escarmentarla». «Pido perdón a toda la familia de la mujer y quiero decir que compartimos su dolor», declaró el padre del detenido.