OLGA QUINTANILLA
El Tribunal Supremo (TS) ha ratificado la sentencia contra un joven
de Sóller, cuya identidad es Juan Ignacio Thomás, condenado por los
delitos de coacciones y allanamiento de morada y por una falta de
lesiones. La sentencia fue dictada por la Sección Segunda de la
Audiencia de Palma a finales de marzo de 2004. Juan Ignacio fue
condenado a un año de cárcel por el delito de coacciones, a otro
año por el de allanamiento de morada y siete meses de multa con
cuota diaria de nueve euros, y a dos meses de multa con la misma
cuota por la falta de lesiones, además de la prohibición de
acercarse durante cuatro años a la víctima. El procesado, de 34
años, interpuso un recurso de casación ante el TS que ahora ha sido
desestimado.
Los hechos por los que fue condenado Juan Ignacio se remontan a 2002. Entre los meses de abril y octubre, en al menos seis ocasiones, persiguió abordó e incluso atacó a una joven extranjera que residía en el municipio, con quien había tenido una relación.
La primera vez fue en una noche del mes de abril en la Plaça del Port de Sóller, cuando la siguió diciéndole «quiero follar contigo» y ante su negativa la empujó tirándola al suelo. Días después la esperó a la salida de un supermercado y la siguió hasta su casa golpeando el suelo con el pie bruscamente, con intención de intimidarla, lo que efectivamente atemorizó a la chica.
A finales de junio la esperó en las inmediaciones de su domicilio. Cuando la vio llegar se colocó detrás suyo, la siguió e insultó en voz baja. La víctima se asustó y se introdujo en su casa. El acusado entró en la vivienda sin consentimiento de la chica y permaneció durante varios minutos en ella a pesar de la insistencia de la víctima en que se marchara.
En otra ocasión, pese a que sabía que la perjudicada no quería tener relación con él, llamó a la puerta de su domicilio causándole grave trastorno. Otra vez, a las 22.00 horas, se apostó en la entrada de la casa de la chica y cuando ésta salió, la empujó, forcejeó con ella hasta ponerse encima y le dijo: «te voy a follar quieras o no», dándole un puñetazo en un ojo.