Una vez más, Balears ha estado donde tenía que estar. Al lado de los necesitados abatidos por la tragedia. En enero estuvo en Banda Aceh. En aquella ocasión, de la mano del Fons de Solidaritat y Bombers sense Fronteras llevando comida y ayuda humanitaria a los damnificados detsunami. Quince días después, Voluntarios sin Fronteras de Balears, con escasos medios, acudía a Phuket y Phi Phi Island a solidarizarse con los afectados detsunami tailandés.
Ahora, a lo largo de la última semana, ha vuelto a prestar ayuda a quienes se libraron de la muerte que sembró el 'Stan' en Guatemala, un país ya de por sí con numerosos problemas internos, sobre todo que afectan a su población indígena, que vive indirectamente del turismo y de la agricultura. En Panajachel, donde hemos establecido nuestra base de operaciones, el 80% de tiendas y comercios dedicados al ocio están cerrados, lo que se ha traducido en que las personas que trabajaban en ellos se han quedado sin empleo. Todo porque el turismo ha dejado de llegar. Los indígenas con sus tiendas abiertas prácticamente te asaltan en plena calle para que les compres algo. Te lo dan prácticamente regalado, y aun así, cuando hacen caja el saldo es negativo. Y ya no hablemos de los agricultores.
La tormenta ha destruido sus cosechas, ha cubierto de lodo y piedras sus campos. Para colmo, muchos alcaldes que han recibido ayuda humanitaria, en vez de repartirla entre quienes más lo necesitan, la han entregado a quienes les han votado, sean o no damnificados. Nos contaba el padre Planells, ibicenco, carmelita descalzo y párroco de Panajachel, que ciertos alcaldes de credo evangelista han entregado ayuda a los evangelistas de su municipio, olvidándose del resto.