JAVIER JIMÉNEZ/J.M.SASTRE
Pedro Bonnín luchó desesperadamente por su vida, antes de que el
agresor le destrozara el cráneo a golpes. Su cuerpo presentaba
cerca de una decena de heridas incisas, en la espalda, el cuello y
también en el estómago, aunque todo parece indicar que la causa de
la muerte fue el tremendo traumatismo que sufrió en la cabeza.
Hoy por la mañana está previsto que se le practique la autopsia en Manacor. Cuando fue hallado el cadáver, a la una y cuarto de la madrugada de ayer, llevaba unas diez horas muerto, lo que implica que el asesinato tuvo que cometerse sobre las 15.00 horas del lunes. La hipótesis principal es que el cocinero no fue sorprendido por el atacante, sino que ya estaba dentro -presumiblemente invitado por Pedro- cuando empezó la discusión y después la pelea. La cocina y la sala, de reducidas dimensiones, estaban revueltas, y había sangre en el suelo y las paredes. El robo está prácticamente descartado porque la víctima no tenía dinero en casa. «A veces dejaba a deber el café porque no tenía ni un euro», contó ayer la encargada de un café.
Otro vecino recordó que «en los últimos meses había días que no tenía ni para gasolina». Lo más llamativo es que la familia de Pedro Bonnín era adinerada y él heredó de su padre, «L,amo en Perico», propiedades y casas. Era aficionado al juego y tenía un relación bastante peculiar con su esposa, de la que se separó hace tres años. La fortuna se le esfumó de las manos y le embargaron la casa familiar de la calle sa Sorteta, en Artà.
Una panadería que regentaba en Sant Llorenç también cerró y acabó malviviendo en una caseta de unos 20 metros cuadrados, sin electricidad y en condiciones higiénicas precarias. Era un buen cocinero y medio año, en temporada alta, estaba contratado en un hotel de Cala Rajada. Por su casa pasaban últimamente amigos jóvenes, algunos de ellos magrebíes (como el que ayer encontró el cuerpo). El alcalde de la localidad. Rafael Gili, explicó que el fallecido vivía solo y que murió apaleado y acuchillado.