JAVIER JIMÉNEZ/JOSEP M.SASTRE
Era noche cerrada. A la una y cuarto de la madrugada un joven
marroquí, vecino de Artà, cubrió caminando los 200 metros que
separan la entrada de la finca de s'Hort de sa Corbaia de la caseta
de campo de Pedro Bonnín Fuster. Al llegar a la minúscula vivienda
notó algo extraño y cuando abrió la puerta de la cocina quedó
horrorizado: su amigo yacía muerto apoyado contra la pared, con la
cabeza reventada y el cuerpo cubierto de sangre. El asesino se
había ensañado con la víctima.
La caseta está ubicada en las afueras de Artà, enfrente del cementerio. Pedro Bonnín, de 54 años, la adquirió hace tres años, cuando se separó de Margarita, su esposa. Le quedaban dos meses para pagarla. El cocinero, que también había sido carnicero y panadero, atravesaba penurias económicas y no tenía ni electricidad. Su joven amigo magrebí, tras reponerse del impacto, corrió conmocionado hasta «Son Frare», la finca vecina. «¡Han matado a Pedro, está reventado!», gritó. La Policía Local y la Guardia Civil fueron informados del crimen y la caseta quedó precintada. Los investigadores utilizaron potentes equipos de iluminación y el forense Javier Alarcón examinó el cadáver. El capitán del Amor, jefe de la Policía Judicial, se hizo cargo de las pesquisas y por la mañana, con las primeras luces del día, los especialistas volvieron a la casa. El cuerpo de Pedro Bonnín presentaba puñaladas en la espalda y el cuello, y había sido golpeado repetidas veces en la cabeza, con un objeto contundente. Vestía con unos pantalones cortos y chanclas. Su coche, un Ford Fiesta de color negro, había desaparecido y un helicóptero buscó durante toda la mañana por las fincas vecinas, sin resultado.
La Policía Judicial ya tiene a un sospechoso, pero de momento no ha sido localizado. Se trata de un homosexual con el que había sido visto el fallecido en distintas ocasiones. El móvil, pues, podría ser una venganza por una asunto sentimental.