P.MATAS-J.JIMÉNEZ
Una semana después de los crímenes de la calle Morlà, en Palma, el
Grupo de Homicidios tiene prácticamente acabada la investigación.
De las múltiples gestiones realizadas por los expertos del Cuerpo
Nacional de Policía se desprende, como principal conclusión, que
fue Ligia García, la madre, quien disparó contra sus hijas y luego
se quitó la vida.
Las diligencias han sido frenéticas y durante estos días se han sucedido las declaraciones de testigos, el análisis de pruebas y otros detalles que los expertos de Homicidios han tenido muy en cuenta. De las hipótesis iniciales que apuntaban a una supuesta implicación del policía Pablo Riquelme, compañero de Ligia, se ha pasado a otra diametralmente opuesta: la del doble crimen y posterior suicidio de la mujer dominicana. La madre, en la noche del jueves, fue a unos multicines de Palma con Samantha y Carolina y después las tres se desplazaron al piso que la pareja acababa de adquirir en la calle Morlà, en Son Espanyolet. Ligia y Pablo todavía no habían firmado la escritura, pero habían pedido las llaves a los vendedores para poder vivir allí. La mujer padecía una profunda depresión, que su compañero no había detectado, y escribió algunas cartas explicando que quería «quitarse de en medio». Esa noche, según parece, se apoderó de la pistola que el policía guardaba en el altillo de su lavacoches. No era el arma reglamentaria del ex secretario regional del SUP, sino otra de su propiedad. Entre la medianoche y la madrugada disparó contra las dos niñas, que dormían, y les colocó un cojín a la altura del pecho para silenciar la detonación. Samantha y Carolina murieron en sus respectivos cuartos, sobre la cama. A continuación, siempre según los resultados actuales de la investigación, la mujer dominicana llegó al cuarto de matrimonio y se suicidó con la misma arma.