Cuatro acusados de estafar a 67 clientes de prostíbulos de Palma y s'Arenal se sentaron ayer en al banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial, para responder por dos delitos de estafa y falsedad. Los cuatro miembros de la red eran socios de seis locales en s'Aigo Dolça y s'Arenal, donde supuestamente «hincharon» las facturas de las tarjetas de crédito de sus clientes, que en su mayoría no denunciaban los hechos por vergüenza.
Los delitos tuvieron lugar a lo largo de 1997, y se realizaban mediante los métodos de «múltiples pasadas» y «papel vendido». El primero de ellos consistía en aplicar la tarjeta más de una vez en la llamada «bacaladera» o máquina facturadora. De esta manera, el importe se duplicaba o se triplicaba. Mediante el segundo método, la tarjeta sólo pasaba una vez, pero al descartarse la operación de vuelta no constaban los datos del local. Así, se podía rellenar con nombres ficticios o de otros establecimientos las facturas que se expedían.
Casi todos los afectados son extranjeros, por lo que sólo se daban cuenta del fraude un mes más tarde, y cuando ya estaban en su país de origen. Además, los delitos se cometían sobre clientes en estado ebrio.
En principio se habló de una estafa total de 462.000 euros cometida sobre más de 300 clientes, aunque al acabar la instrucción se aclaró que los afectados son 67 y que la cantidad de dinero estafada se aproxima a los 100.000 euros. El fiscal Joan Carrau, junto con los letrados representantes de la acusación particular Eduardo Morey y José Ignacio Herrero, interrogaron al principal acusado y propietario de los prostíbulos, José María G.A.
Éste afirmó ayer que nunca se enteró del fraude, y responsabilizó del mismo a Vicenzo A. y Eduardo M.V., quienes trabajaban para él. Según dijo, los problemas comenzaron cuando se desentendió de un local en s'Aigo Dolça y abrió nuevos locales en s'Arenal. Éstos negaron los hechos y afirmaron que vieron al propio José María G.A. falsificando la firma de uno de los titulares de las tarjetas.