JAVIER JIMÉNEZ-EMILIO LÓPEZ
Habían estado excavando en aquel cuarto, de unos 40 metros
cuadrados, y habían dado de forma casual con los restos, ya en
forma de huesos. El Cuerpo Nacional de Policía fue informado
inmediatamente y el caso pasó entonces al Grupo de Homicidios, que
desplazó a sus especialistas hasta aquel edificio próximo a la
calle Joan Miró. El trastero fue inspeccionado a fondo y además de
los huesos se halló un reloj de pulsera femenino, que casi con toda
seguridad pertenecía a la adolescente.
Cuando se montó la oficina en el piso superior, los escombros fueron acumulados en los bajos y ahora la Policía trata de aclarar si la menor ya había sido enterrada y, por consiguiente, quedó todavía más sepultada. Los especialistas que visionaron los restos creen que murió hace unos diez años, quizás un poco menos, y han calculado la edad de la niña entre los diez y los catorce años. La primera prioridad de los agentes es ahora identificar los restos mortales, y se presenta como una tarea complicada. Luego se determinarán las causas de la muerte y, por supuesto, si fue asesinada, tal y como se sospecha.
Los investigadores están comprobando el archivo de desaparecidos, pero de momento no hay ninguna denuncia que coincida en el año de la desaparición y en la edad de la menor. Por ese motivo, se baraja también la posibilidad de que la víctima fuera extranjera o inmigrante ilegal y su ausencia no fuera denunciada en Mallorca. La policía ha empezado a entrevistarse con vecinos de la calle Corb Marí por si recordaban la presencia de una adolescente en aquella zona allá por el año 1994, más o menos. En la habitación donde apareció el cuerpo, que no estaba ni embaldosada, sólo había una puerta de acceso y en su interior se acumulaban escombros y tierra.