La imagen del nuevo Juzgado de Violencia contra la Mujer de Palma, que debía ponerse en marcha ayer, era la de una sala vacía con varios ordenadores recién desembalados y apilados sobre sus propias cajas. El juzgado no recibió ayer la partida de sillas, mesas y material de oficina, por lo que su puesta en marcha tuvo que retrasarse. Las siete funcionarias -todas mujeres- que trabajarán en el juzgado ocupaban su tiempo en mirar los catálogos de muebles, mientras la nueva magistrada, Marta Iglesias, desembalaba algunas cajas.
El juez decano de Palma, Pedro Barceló, visitó ayer las instalaciones del juzgado, en el último piso del edificio de Sa Gerreria, y al ver la situación puso los hechos en conocimiento del gerente. Según las explicaciones que dieron los propios funcionarios, una huelga en el Port de Barcelona impidió la llegada de los muebles, obligando a desviar las denuncias por violencia de género al juzgado de guardia de Palma, en Vía Alemania. Los funcionarios esperan recibir los muebles en un barco que llegará esta mañana, aunque creen poco probable que hoy mismo puedan estar operativos.