JAVIER JIMÉNEZ-G.MAS
A las 13.25 horas las torres de vigilancia de es Recó y Son Seguí
avistaron, casi al unísono, una columna de humo en una finca entre
Canyamel y sa Font de sa Cala, en el término municipal de
Capdepera. Diez minutos después un helicóptero sobrevoló la zona y
confirmó las expectativas más pesimistas: las llamas,
descontroladas, se extendían por una zona de pinar, a una velocidad
preocupante.
La Conselleria de Medi Ambient, ante este panorama, puso en marcha un enorme dispositivo. Movilizó a tres helicópteros, dos aviones de carga y un Canadair, seis brigadas, dos tanquetas autobomba y un vehículo Pick-Up. Al operativo se sumaron, además, los parques de bomberos de Artà, Felanitx, Manacor y Can Picafort, todos ellos de los Bomberos de Mallorca; la Guardia Civil, Policía Local y Protección Civil. En total, más de cien efectivos terrestres, apoyados por una potente cobertura aérea.
Entre las dos y las tres de la tarde la situación era muy complicada: el viento lanzaba las llamas en una u otra dirección y se habían consumido cerca de 70 hectáreas, el mayor desastre forestal del año en Balears. Jaume Font, el conseller de Medi Ambient, se desplazó personalmente hasta Canyamel, y siguió con preocupación las tareas de extinción. La prioridad de los equipos de emergencia fue evitar que las llamas avanzaran hacia algunas casas y zonas habitadas próximas. Y lo consiguieron tras arrojar ingentes cantidades de agua entre el incendio y los chalets que debían proteger.