Ni cebolla ni comida china. Las latas de conservas que Antonio, Víctor y Mario introducían en Mallorca eran muy especiales. Tanto que en su interior escondían grandes cantidades de cocaína, camuflada y adobada para burlar el olfato de los perros adiestrados.
Desde el pasado mes de abril el EDOA (Equipo de Delincuencia Organizada y Antidrogas de la Guardia Civil) de la Guardia Civil abrió una investigación porque recibió informaciones sobre alijos que estaban entrando en Mallorca, con cierta periodicidad. Las sospechas iniciales recayeron en el colombiano Víctor M.V.L., de 37 años, que fue sometido a una discreta vigilancia. El sudamericano viajaba hasta Barcelona como supuesto empresario de la restauración, y compraba latas de conservas a mayoristas. Luego las enviaba a Mallorca, y él regresaba a la isla. Antonio R.J., un español de 44 años, también realizaba aquellos itinerarios. Se había hecho con el número fiscal de algunos restaurantes de Palma en los que había cenado y los utilizaba para encargar las partidas de latas. Con la ayuda del tercer implicado, otro colombiano llamado Mario E.G.M., de 39, abrían las conservas y colocaban paquetes con cocaína en el interior. Cuando el envío llegaba a Palma lo recogían y procedían a su distribución.
El pasado día 8 la Benemérita arrestó a los presuntos narcotraficantes. Uno trabajaba como marmolista en Inca, otro en una empresa de carpintería y el tercero estaba en el paro. Entre las latas se halló tres kilos de cocaína y en un registro domiciliario aparecieron otros 200 gramos de esa sustancia y 15.000 euros.