Los dos accidentes ocurrieron casi al mismo tiempo, a eso de las cinco menos cuarto de la tarde, y en un primer momento se pensó que los parapentes había chocado en pleno vuelo.
La Policía Local y la Guardia Civil fueron avisadas de que un piloto se había estrellado en la urbanización de Puig de Ros y varias patrullas, así como ambulancias del 061, se desplazaron hasta aquella zona costera. Andreas Kreiz, de 45 años, fue hallado consciente en la calle Guàtlera esquina con Xoric, pero se quejaba mucho de intensos dolores en la espalda. Los médicos procedieron a inmovilizarlo y mientras los equipos de emergencia trataban de aclarar qué había ocurrido un grupo de niños, vecinos de la zona, llegaron corriendo y explicaron que a unos 300 metros, en la urbanización de sa Torre, había caído un segundo parapente.
Los agentes y otra dotación médica acudieron hasta la calle Santa María y, en efecto, se encontraron con otro alemán lesionado. Alexander Krueger, de 44 años, contó que había perdido altura debido al fuerte viento y que luego había chocado contra una pared. Se dolía de una pierna y sangraba, y los facultativos comprobaron que la extremidad estaba rota. Este segundo accidentado fue conducido hasta donde se hallaba su compañero, y los dos extranjeros recibieron los primeros auxilios antes de ser evacuados hasta el hospital palmesano de Son Llàtzer.
Los efectivos de la Benemérita se hicieron cargo del atestado y buscaron testigos del doble accidente. La Policía Local, que también confeccionó otro informe, constató que soplaban ráfagas de viento fuerte y que era «imprudente» volar en parapente en aquellas condiciones. Los dos aparejos siniestrados fueron recogidos por el vigilante jurado de una de las urbanizaciones.