AGENCIAS-INDONESIA
El número de víctimas mortales producidas por el nuevo terremoto
ocurrido en Indonesia supera ya los 1.000 y podría alcanzar los
2.000, según informó ayer el vicepresidente de Indonesia. El
epicentro del sismo, de 8,7 grados en la escala Richter, fue
localizado cerca de la isla Nias, devastó a su pueblo principal,
Gunungsitoli, y tuvo lugar a sólo 160 kilómetros al sudeste del que
hace tres meses desató un tsunami que dejó casi 300.000 muertos y
desaparecidos en Asia. «El terremoto fue realmente poderoso», dijo
Yulianus Zebua, un carpintero de 30 años. «La tierra estaba
temblando continuamente, de modo que caminamos como borrachos. La
gente caminaba, usaba motocicletas y autos para huir a las
montañas». Muchos de los edificios en el pueblo de 30.000
habitantes quedaron reducidos a escombros. Los cadáveres fueron
trasladados a una mezquita, mientras los miembros de los equipos de
emergencia trataban a los heridos en un campo de fútbol. Los niños
lesionados sollozaban y la mayoría de los residentes se preparaban
para dormir a la intemperie porque sus hogares estaban destruidos o
porque era demasiado peligroso pernoctar en ellos.
Las ONG han comenzado ya a movilizarse para estudiar las necesidades de las regiones más afectadas y ayudar a los damnificados, entre los que por el momento no hay ningún español, según fuentes diplomáticas.
El pánico sobre la posibilidad de otro devastador tsunami se desvaneció rápidamente. En contraste con lo que sucedió hace tres meses, el Centro de Advertencia de Tsunamis en el Pacífico, ubicado en Hawaii, avisó sobre el riesgo a toda la región. Policías, soldados, monjes, pescadores y residentes de áreas costeras del Océano Indico usaron megáfonos, radios, teléfonos y campanas de templos para advertir sobre la posibilidad de otro tsunami. Antes del amanecer, Tailandia, Sri Lanka y la India habían cancelado las alertas.