La Audiencia de Palma estima que llamar públicamente «corrupto» a un político, sin ningún motivo, provoca un daño moral. Por ello, el tribunal condena por una falta de injurias al autor de esta frase, un vecino de Calvià llamado Arnaldo Mulet, que dedicó esta frase a Jaime Fernández Abad, líder del Partido Renovador de Balears que no tiene representación en el ayuntamiento de Calvià.
La sentencia se pronuncia sobre unos hechos que ocurrieron el día 8 de mayo de 2002 en los pasillos de los juzgados de Vía Alemania. Tanto Jaime Fernández como Arnaldo Mulet habían sido citados por el juzgado para declarar por una querella que había presentado el político por una presunta estafa. En presencia de varios testigos, el acusado se dirigió a Jaime Fernández y le llamó «político corrupto». El líder renovador de Balears consideró que esta frase atentaba contra su honor.
El primer juez que juzgó este caso ya condenó al autor de esta frase. La sentencia fue recurrida por Fernández Abad al entender que el juez no se había pronunciado sobre los daños morales que él consideraba que se le debían reconocer. La Audiencia, en su sentencia, señala que es muy importante apreciar en su conjunto los insultos que se dicen en público, sobre todo valorando en el lugar que se dicen y hacia quién van dirigidos. El tribunal confirma que esta frase de «político corrupto» se produjo en un lugar donde no sólo se encontraba Jaime Fernández Abad, sino también otras personas que se encontraban en los pasillos del juzgado. Entienden los jueces que este daño moral ha existido y lo cuantifican en la cantidad de 300 euros.
Jaime Fernández calificó esta frase de «gratuitas descalificaciones», y afirmó que le afectaron a nivel político y en el terreno moral. Sin embargo, considera que con esta sentencia los jueces han «restablecido mi honor».