LLUÍS PLANAS-JAVIER JIMÉNEZ
A las diez de la mañana, aproximadamente, un empleado de la
gasolinera Repsol ubicada junto al concesionario de coches Ford, a
la entrada de Inca, acudió a una caseta de contadores para recoger
unas piezas. Su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió un
proyectil de mortero utilizado por el Ejército.
El trabajador, muy preocupado, se alejó de la caseta y dio aviso del hallazgo. La Policía Local de Inca tuvo conocimiento de la aparición del artefacto, pero fue la Guardia Civil quien se hizo cargo de las decisiones posteriores. Los agentes comprobaron que, en efecto, se trataba de munición para mortero de 120 milímetros y solicitaron la presencia de los Gedex (Grupo Especial de Desactivación de Explosivos) de la Comandancia de Palma. Mientras tanto, la zona fue acordonada y se desalojaron dos fábricas de zapatos, un supermercado y un concesionario de coches. En total, salieron a la calle unas 300 personas, que esperaron a que se normalizara la situación. La mayoría estaba confiada en que no ocurriría nada, pero otros no podían ocultar su preocupación.
Los artificieros de la Benemérita adoptaron todas las medidas de seguridad necesarias en este tipo de incidencias y se acercaron a la caseta con precaución. Sin embargo, ya desde el principio se comprobó que el proyectil carecía de carga explosiva y que, por ende, se trataba de una carcasa inofensiva. La pieza fue trasladada hasta las dependencias de la Comandancia de Palma para su posterior examen, según confirmaron en fuentes de la Oficina Periférica de Comunicación (OPC). Sobre las once de la mañana, una hora después de que la entrada de Inca quedara acordonada, se normalizó la situación y se reabrió el tráfico.