López Gazado, que recibió tres disparos sobre las once y media de la noche mientras cenaba con una mujer y un amigo en el restaurante Siena, pereció prácticamente en el acto cuando dos encapuchados abrieron fuego contra él con sendas pistolas y realizaron 15 disparos. El empresario, al que uno de los tiros alcanzó en la zona del corazón, tenía residencia eventual en Cala Carbó.
La Guardia Civil barajaba ayer la venganza o el ajuste de cuentas como primera hipótesis tras rastrear el pasado de la víctima. Sin embargo, pese a que se sabe que dos personas fueron las que dispararon, no se descarta que hubiera otros dos implicados en el suceso. Las informaciones a este respecto eran confusas y la Guardia Civil sopesaba varias posibilidades después de recoger distintos testimonios.El fallecido no sólo contaba con negocios de automoción en Madrid, sino que también tenía intereses comerciales en la provincia de Málaga. Al parecer, llegó a ser investigado y detenido en el transcurso de una operación antidrogas en la que se seguía la pista de una organización que traficaba con hachís. Respecto a los negocios de automoción, también se le vinculó con la compraventa de coches de lujo y con la importación de vehículos.
La unidad de Policía Judicial, junto con agentes del Àrea de Investigación del puesto de Sant Antoni, emprendieron las primeras pesquisas mientras unidades de policía de todos los ayuntamientos de la isla y de la Guardia Civil de Tráfico intentaban localizar el Seat Toledo en el que huyeron los asesinos.
Durante la noche fueron identificados varios vehículos sospechosos y al cierre de esta edición los dispositivos de alerta continuaban activados. En los minutos posteriores al crimen, además, también se interrogó en el retén de la Policía Local de Sant Josep a una veintena de personas que se supone podían aportar datos a la investigación.Entre estos testigos figuran el amigo que acompañaba a la víctima y la mujer, así como la madre, un hermano y una tercera persona conocida del fallecido. Algunas fuentes señalaron que una de estas personas llegó a decir: 'sabíamos que esto podía ocurrir'. Entre estas mismas personas tampoco se recogieron datos decisivos que pudieran contribuir a la investigación.
Mandos de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía impartieron desde estas mismas dependencias las primeras instrucciones para intentar aclarar lo ocurrido. Los agentes de Policía Judicial, a su vez, recogieron en el lugar del crimen entre diez y quince casquillos. La munición pertenecía a los calibres 6/35 y 9 mm parabellum y sobre ella también se realizaban distintas gestiones para intentar con ello desvelar a las personas que dispararon o que podrían estar detrás del crimen.