UH-MENORCA/JAVIER JIMÉNEZ
La colisión fue espantosa y el Córdoba quedó envuelto en llamas.
Testigos presenciales corrieron para auxiliar a los cinco
familiares atrapados entre las llamas y un portavoz de la Guardia
Civil de Palma explicó ayer que esas personas habían referido que
«los alaridos de la mujer eran impresionantes». De hecho, María
Esperanza Granja Moll, de 30 años, no pudo escapar del fuego y
pereció quemada. Su marido también quedó completamente calcinado,
aunque podría haber muerto instantes antes como consecuencia de la
colisión.
En la parte trasera viajaba la madre de ella, Milagros Moll Triay, de 70 años, que también falleció. Los dos hijos del matrimonio, que quedaron huérfanos de un plumazo, iban sentados en las sillas para niños, lo que evitó una desgracia aún mayor. Abel, de dos años, sufrió quemaduras, pero fue rescatado por los conductores que se detuvieron a auxiliarlos, al igual que su hermano Alex, de cinco años. El primero sufrió lesiones críticas, mientras que el estado del segundo era muy grave, pero no se temía tanto por su vida.
El drama también alcanzó al otro coche, que quedó destrozado junto a la cuneta. George T., el conductor, de 27 años, se debatía entre la vida y la muerte cuando fue auxiliado por los equipos de emergencia. Ambulancias, policía local y Guardia Civil acudieron a ese kilómetro de la muerte, y quedaron muy afectados por el dantesco panorama: una pareja quemada viva, una septuagenaria fallecida, dos niños muy graves y el otro implicado, el georgiano, al borde de la muerte. Ahora ya son 44 las personas muertas en las carreteras de Balears: una sangría que no tiene fin.