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Los 'narcos' de Son Banya siguen con las peleas de gallos ante la pasividad policial

El sábado se celebraron diez de estos 'espectáculos', con apuestas de 200, 300 y 400 euros

En Son Banya, en la segunda calle a mano derecha, hay una casa en la que se guardan los gallos robados.

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El pasado sábado, a las tres de la tarde y como se dijo en la edición del domingo, se celebró una nueva pelea de gallos en una finca que, en teoría, está situada en el termino municipal de Sineu. El 'espectáculo' está organizado, controlado y dirigido por narcotraficantes de Son Banya que poseen propiedades fuera del poblado. Para poder asistir a estas peleas hay que llevar a cabo una serie de gestiones y cumplir ciertos requisitos. Primero se contacta con los organizadores («El Moreno», «El Joselete», «El Chino») o personas de su confianza. En el caso del pasado sábado la cita era a las dos de la tarde en la localidad de Sineu.

Cada uno llegaba con su coche, que dejaba estacionado en diversas zonas, y se quedaba en un punto concreto donde una persona de etnia gitana iba recogiendo al personal por grupos. Acto seguido los trasladaba a la finca, siguiendo un camino no siempre en línea recta, es decir, que en ocasiones se daban vueltas con el objeto de que sea muy complicado encontrar la finca, por cierto, inmensa y como dicen los castizos «de mucho poderío». Está situada en la montaña y dispone de una cuadra donde hay entre ocho o nueve caballos de buena raza. La tarde del sábado se reunieron unas 30 personas, las de etnia gitana pagaban 10 euros por la entrada y los payos 20. A las tres de la tarde comenzaron las peleas, en un lugar cubierto dentro de la finca y donde hay una especie de plaza de toros en pequeño, que es el reñidero. Los aficionados se sientan en unas gradas de madera y comienza el 'espectáculo'.

La tarde del sábado se llevaron a cabo diez peleas y las apuestas eran de 200, 300 o 400 euros. Cada vez que uno de los gallos recibía graves heridas y se le daba por perdedor, un gitano lo cogía y lo llevaba a un apartado, donde tienen instalado una especie de botiquín. Al animal se le daba un antibiótico, de nombre Botadín, y se le dejaba en una caja. Después había unos minutos de descanso en los que se vendían cervezas, refrescos, alcohol y bocadillos, hasta que daba comienzo una nueva pelea. Así, hasta prácticamente las diez de la noche.

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