«Nos solidarizamos con la familia de Pilar y pedimos un s'Arenal más justo, fraterno y solidario». Jordi Perelló, el rector de la parroquia de la Mare de Deu de la Lactància, en s'Arenal de Llucmajor, hizo ayer un llamamiento ante más de 200 feligreses para que no se olvide la tragedia de Pilar Crevillent, la mujer asesinada supuestamente por su ex compañero, y denunció que «nadie parece estar muy interesado en denunciar este comportamiento entre esposos».
La parroquia, ubicada cerca del antiguo cuartel de la Guardia Civil, se llenó el domingo por la mañana por parte de familiares, amigos y vecinos de Pilar, que asistieron a su misa póstuma con la resignación dibujada en sus rostros. La homilía empezó a las 11.45 horas, y junto al cuñado de la fallecida se sentaron, en el primer banco, la vicepresidenta del Govern Balear, Rosa Estaràs; la consellera de Presidència, Rosa Puig; el alcalde de Llucmajor, Lluc Tomàs, y la directora del Instituto de la Mujer, Isabel Llinás. También Damià Ripoll, alcalde de Son Servera, donde precisamente se había registrado el último crimen contra una mujer, asistió al acto. La hija de Pilar, que consiguió escapar de su casa la noche del día 1, cuando supuestamente Domingo Pozo mató a su madre e hirió a sus dos hermanos, intentó escuchar la misa, pero tuvo que retirarse muy emocionada.
El franciscano Jordi Perelló animó a la sociedad a plantar cara a la violencia de género y recordó que «es una de las más arraigadas en la humanidad y que más sufrimiento causa». El rector, además, expuso que la «agresividad va creciendo» y facilitó datos a los feligreses: «Estudios recientes de EEUU indican que toda mujer tiene un 46% de posibilidades en su vida de ser violada o víctima de un intento de violación». Durante el sermón una niña, amiga de la hija de la víctima, tuvo que ser sacada del templo a punto de desvanecerse.