Una ginecóloga y una comadrona, que en el mes de septiembre del año 1999 trabajaban en el Hospital de Manacor, fueron ayer condenadas por una falta de imprudencia. Ambas pagarán por esta imprudencia una multa durante dos meses de 30 euros diarios. El juicio contra las acusadas no llegó ayer a celebrarse porque ambas reconocieron ante la juez su responsabilidad en las lesiones que sufrió un recién nacido, que padeció un sufrimiento fetal por la falta de asistencia necesaria. El pequeño nació con graves lesiones y de inmediato los médicos se dieron cuenta que no tenía posibilidades de sobrevivir. Aún así, el niño murió el mismo día que cumplía un año. Durante su año de vida el pequeño no llegó a salir nunca del hospital, y los padres, representados por el letrado Antoni Serra, permanecieron allí durante todo este tiempo.
La mujer, que estaba de 39 semanas de embarazo, acudió a medianoche al hospital de Manacor. La parturienta rompió aguas, pero no eran límpias, sino de un color verdoso, que indicaba que podía tener problemas para dar a luz. Fue atendida por la comadrona, que le enchufó los aparatos para controlar el parto. A las cinco de la mañana intervino la doctora, que ordenó la entrada urgente de la mujer en el quirófano. Se le practicó una cesárea para sacar al pequeño. El niño había aspirado líquido meconial y nació sin respiración. Los médicos lograron reanimarle, pero las lesiones eran irreversibles.