JAVIER JIMÉNEZ-J.M.SASTRE
Pasaban pocos minutos de las nueve de la mañana cuando una
furgoneta de reparto estacionada en la calle Alba, en la Colònia de
Sant Jordi, quedó envuelta en negras llamas. En el interior del
vehículo había aceites y otros líquidos combustibles, lo que
provocó que el fuego se propagara con celeridad. El resultado: tres
coches calcinados y tres edificios afectados por la humareda, amén
del tremendo susto que provocó a algunos vecinos, que tuvieron que
abandonar sus apartamentos de forma precipitada.
El conductor de la furgoneta debía descargar el género del interior en un supermercado y el fuego se inició precisamente en el momento en que el chófer se apeaba y entraba en el establecimiento. Luego, cuando advirtió las llamas, fue demasiado tarde. La situación se descontroló en cuestión de minutos y los testigos presenciales dieron aviso a la Policía Local y a los bomberos, que tuvieron que llegar desde Llucmajor y por ese motivo «tardaron demasiado», según denunciaron indignados algunos vecinos.
Un Fiat Uno y un todoterreno marca Honda estaban estacionados a unos 8 metros de la furgoneta en llamas, pero la calle hace una pequeña pendiente y el líquido inflamable que caía sobre el asfalto los alcanzó fatalmente. Los dos vehículos también quedaron envueltos en llamas y en ese punto se alzó una gran humareda que fue visible desde casi toda la Colònia. Los vecinos que habían dejado sus casas siguieron las tareas de extinción desde la calle, con la angustia añadida de que las fachadas se estaban ennegreciendo y algunos cristales habían reventado. Una gran multitud de curiosos, muchos de ellos turistas, también presenciaron la escena a pie de calle o desde los balcones de sus hoteles.