La víctima, Jaime Sunyer, se encontraba en la azotea de su edificio, ubicado en el número 46 de la calle Bisbe Roig, a la entrada del pueblo, y sobre las 21.40 horas observó que salía humo de su piso. El jubilado se dirigió corriendo a la puerta y cuando la abrió una llamarada le golpeó de lleno, al tiempo que el denso humo le impedía respirar con normalidad. El hombre intentó recuperar los enseres de valor y algunos cables ardiendo le cayeron sobre el cuerpo, por lo que finalmente optó por salir a la calle y pedir ayuda.
En el dispositivo de emergencia participaron bomberos y Policía Local, que cuando llegaron a esa dirección se encontraron con que las llamas en el segundo piso se habían extendido a todas las habitaciones y salían por las ventanas que dan a la calle, causando la lógica alarma entre el vecindario. Dos botellas de butano que se encontraban en el inmueble tuvieron que ser sacadas de la vivienda para evitar una violenta deflagración y el herido, mientras tanto, fue evacuado hasta el Punto de Asistencia Continuada (PAC). Jaime Sunyer presentaba quemaduras en la cabeza, la espalda, el brazo izquierdo y el pecho, pero los médicos confirmaron que no revestían mucha gravedad y que no precisaban que fuera hospitalizado, por lo que recibió el alta.
Su hijo, Santiago, no estaba en la casa cuando se inició el incendio y fue su padre quien le avisó por teléfono. Al regresar a Llucmajor se encontró con que un equipo fotográfico de su propiedad, valorado en más de 6.000 euros, había quedado completamente destruido, así como el resto de enseres y muebles. Se da la circunstancia de que el piso lo habían alquilado padre e hijo y que el dueño, que fue informado del desastre, no tiene seguro. Los daños son millonarios y los técnicos municipales deben confirmar ahora si la estructura de la finca resultó afectada por las altísimas temperaturas.