J.JIMÉNEZ/P.MATAS/AGENCIAS
Isidoro Turrión y el doctor Francisco Naharro fueron despedidos ayer en un funeral que se ofició en la Catedral de Albacete, presidido por el ministro del Interior, Angel Acebes. Los féretros con los restos mortales de ambos llegaron pasadas las 13:00 horas al templo, donde el vicario general de la Diócesis de Albacete, Luis Marín, asistido por el secretario del arzobispo general castrense, ofició los funerales, a los que también asistió el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono.
Dos columnas de guardias civiles formaban a ambos lados de la escalinata de la Catedral cuando llegaron los féretros con los cuerpos de Francisco Naharro, padre de la delegada del Gobierno en la región, Encarnación Naharro, que será enterrado hoy a las 11:30 horas en Peñas de San Pedro (Albacete), e Isidoro Turrión, que recibió sepultura, tras el funeral, en el Cementerio Municipal de Albacete.
A la salida del templo, donde se habían congregado cientos de personas, se vivieron escenas de emoción y dolor cuando los compañeros de los fallecidos entonaron el himno de la Benemérita y la mujer de Isidoro Turrión sufrió un desfallecimiento. El príncipe de Asturias envió un telegrama de pésame a la viuda del comandante. Don Felipe expresa su dolor por la pérdida de Turrión, compañero de promoción.
La enemistad profesional, y también personal, de Antonio Peñafiel, el ex comandante de Palma que el martes mató a dos mandos de la Guardia Civil en Albacete, y el mallorquín Isidoro Turrión, una de las víctimas mortales, era conocida por casi todos y se inició a finales de 2001, por cuestiones operativas de la Comandancia de la ciudad manchega. Peñafiel, accesible incluso para los guardias más rasos pero de ideas fijas, tuvo sus primeros «encontronazos» con Isidoro Turrión al poco tiempo de ser nombrado teniente coronel de la Comandancia.