JULIÀN AGUIRRE
Ayer el protagonista de todos los comentarios entre los vecinos de
Palma era el terremoto que se produjo en Argelia y que se notó en
algunas zonas de Mallorca en la noche del pasado miércoles.
Experiencias, anécdotas, sonrisas y sustos se intercambiaban
vecinos y amigos en una improvisada tertulia. En la calle Aragón, a
la altura del número 178, muchos residentes de esta barriada
palmesana «sufrieron» con cierto pánico el seísmo. En el bar
Toicena, su propietaria Guillermina nos relata que «algunos de los
vecinos salieron de casa y no querían volver a sus hogares por
temor a que se repitiera. A mí me pilló mientras paseaba con mi
hijo Jordi, con el que había salido por el nuevo puente peatonal de
la carretera Valldemossa, quien me dijo `mamá el puente se mueve'
».
Luis Jiménez, un joven que lee con mucho interés en las páginas de Ultima Hora la amplia información sobre lo sucedido confiesa que él no notó el temblor. Sin embargo, cuando llegó a su casa se encontró con la sorpresa de que libros y cintas de vídeo habían caído de las estanterías. El vecino de Palma afirma que «no sabía que podía haber sucedido hasta que poco después me enteré por la radio de que habíamos sufrido un terremoto, por lo que supuse lo ocurrido».
Donde más se sintió el temblor fue en los edificios más altos. Algunos vecinos de estos inmuebles, al principio, pensaron que se trataba de un terremoto, pero no se creían que en Mallorca se pudiera notar un seísmo con tanta fuerza. Cristina, una ama de casa, se encontraba con sus dos hijos en el salón, «estaba tumbada en el sofá cuando noté que se movían los muebles y cristales, creí que se venía el edificio abajo. Cuando terminó el temblor no me quería creer que aquello había sido un terremoto y poco después noté una segunda sacudida». Unas vecinas de Aragón 178, concretamente Nieves y Mari del àtico, relataban ayer que hace 15 años también vivieron otro terremoto. «Mi marido y yo estábamos en la cocina. Nos dimos cuenta que la lámpara se movía y rápidamente llamé a mi vecina por la terraza». También se notó la sacudida en la zona del Portixol. Testigo del «azote» fueron numerosos vecinos. María Luisa Magraner recuerda que «Estaba en la cocina con el codo del brazo apoyado en la mesa y me dí cuenta que temblaba con fuerza. Y pensé que ya sólo me faltaba esto pues creí que estaba muy mal».