«Si el barco llega a inclinarse medio grado más, se hubiera volcado». Esta afirmación es de Miguel Sevilla, jefe del Cuerpo de Bomberos de Eivissa y Formentera, uno de los protagonistas de la operación de salvamento que aún se desarrolla en torno al barco de cruceros «Vistamar», que el pasado jueves dio a estas islas uno de los mayores sustos que se recuerdan.
Ayer, los hombres de Miguel Sevilla, completamente cubiertos de grasa, continuaban con los trabajos en el dique de Botafoc, donde aún sigue esta nave de más de 110 metros de eslora. El «Vistamar» zarpó a la medianoche del pasado jueves del puerto de Palma en dirección a Málaga, pero en el estrecho de es Freus colisionó con una seca y el capitán marítimo de las Pitiüses, Jesús Valera, tomó la decisión de remolcarlo hasta el dique de Botafoc, que de esta truculenta manera celebraba su primer mes de vida.
Nadie resultó herido, a excepción de un pasajero que se dio un buen golpe en la rodilla, pero a las 11.00 horas de la mañana del pasado jueves se temía seriamente que el barco volcara y acabara hundido. A esa hora, el barco ya atracado contra el dique, con un remolcador a babor y todavía con vía de agua abierta también en babor, alcanzó su máxima inclinación.
Según el capitán marítimo, el «Vistamar» no sobrepasó los 23 grados de inclinación, pero algunas fuentes que también participan en la operación de salvamento aseguran que casi alcanzó los 30 grados y otras consideran que los rebasaron. Cuando más se temía por el barco, los 162 pasajeros, casi todos pensionistas alemanes, ya lo habían abandonado, pero los más de cien tripulantes aún estaban desembarcando. Ayer, los bomberos casi habían eliminado todo el agua del casco del «Vistamar» y el barco ya había recuperado la verticalidad casi totalmente.