JAVIER JIMÉNEZ-PEP MATAS
El compañero de piso del novio de Ana Eva, que fue interrogado el
miércoles por el Grupo de Homicidios, se marchó precipitadamente de
Mallorca ocho días después de que la maestra desapareciera. Los
investigadores no creen que este joven esté relacionado
directamente con los hechos, pero tampoco descartan que se fuera
con tantas prisas porque le habían comunicado algo que le había
incomodado sobremanera. De hecho, parece ser que esta persona se
marchó de la Isla el 29 de octubre de 2001, y ni tan siquiera
esperó a cobrar su paga mensual.
Otro dato de interés que ha trascendido es que un vecino del edificio de la calle Aragón, donde vivía la filóloga, ha declarado que en la madrugada del 21 de octubre escuchó gritos de la joven. La finca consta de un patio interior y hasta una conversación, en el silencio de la noche, es audible desde cualquier piso. El testimonio aseguró que esa madrugada escuchó hablar a la filóloga con un hombre, en principio en un tono normal, y progresivamente la conversación se fue acalorando y acabó en gritos. Lo más llamativo es que parece ser que esa declaración ya la hizo el vecino al poco tiempo de la desaparición, pero no ha sido hasta ahora cuando ha cobrado importancia, coincidiendo con los últimos avances en las pesquisas.
El delegado del Gobierno, Miquel Ramis, también abordó ayer el tema de la maestra y explicó que, de momento, el Grupo de Homicidios no cuenta con pruebas concluyentes para imputar la desaparición a nadie. Sin embargo, el responsable político precisó que las investigaciones continúan a buen ritmo, y que no se han abandonado en ningún momento.