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Condenado un profesor de buceo de sa Ràpita por la muerte de dos submarinistas

Entregó a las dos alumnas dos botellas que contenían una mezcla de gases tóxicos para realizar la inmersión

Las víctimas perdieron el conocimiento cuando se encontraban a 17 metros de profundidad.

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Un monitor de buceo, que tenía su empresa en la sede del club náutico de sa Ràpita, se declaró ayer culpable de dos delitos de homicidio imprudente, por la muerte de dos alumnas, que fallecieron en una inmersión. José María L.M., de 36 años, será condenado a 168 meses de prisión (que no cumplirá) y cinco años de inhabilitación como profesor de buceo, y tendrá que abonar 240 mil euros a los familiares de las dos víctimas, que han ejercido la acusación particular contra el monitor de buceo a través de los letrados Emilio Adame y Antonio Cañellas. El juicio se debía celebrar ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Palma, pero las acusaciones y el monitor alcanzaron un acuerdo previo que evitó la vista. El suceso en el que murieron Concepción Manzano Santos, de 40 años, y María Angeles Romero Núñez, de 28 años, se produjo en la mañana del día 29 de marzo del año 1999 en aguas de la zona conocida como «baix des trenc», que está situado a sólo dos millas del club náutico de sa Ràpita. El monitor anunciaba su escuela de buceo a través de internet y en varias publicaciones especializadas, ofreciendo sus servicios para la práctica de actividades subacúaticas. También ofrecía la posibilidad de organizar excursiones en su barca para realizar inmersiones. Las dos mujeres, que tenían licencia de la Federación Española de Actividades Subacúaticas, contactaron con el profesor para realizar una inmersión en aguas de Mallorca. El día 29 las dos amigas subieron a la embarcación del acusado, que las llevó hasta la zona de inmersión. La investigación pudo demostrar que las dos botellas que el profesor de buceo les entregó a las dos alumnas para realizar la inmersión contenían, en vez de oxígeno, una mezcla de gases altamente tóxica, que las dos víctimas inhalaron mientras estaban bajo la superficie del mar.

Las dos alumnas descendieron a una profundidad de 17.6 metros. Fue entonces cuando comenzaron a sentirse mal. Una de ellas soltó las botellas y subió a la superficie. La otra también llegó a ascender a la superficie, cuando ya estaba muerta. El profesor realizó las maniobras de reanimación a una sola de las alumnas, lo que logró mantenerla con vida hasta que llegó al puerto, aunque falleció al día siguiente. La otra mujer ya llegó muerta al tocar tierra.

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