Un cajero automático del Coll den Rabassa pagó las iras de un hombre de 30 años que en la noche del martes pretendía sacar dinero y no pudo.
Cuando una patrulla de la Policía Local se presentó en las dependencias bancarias de la calle Illes Pitiuses, a las 21.30 horas, se encontró a Gregorio R.V., de 32 años, manipulando uno de los dos cajeros, como si tal cosa. Junto a él los agentes apreciaron que los fluorescentes, plafones y rejillas protectoras estaban destrozadas, el cableado eléctrico había sido arrancado y los sensores de la alarma estaban inutilizados. El hombre reconoció que era el responsable de los desperfectos y aseguró que el cajero no le había entregado dinero y se había enfurecido. Durante el trayecto a San Fernando el hombre se autolesionó en la cabeza.