E.PRESS-PARIS
El juicio contra Christine Malèvre, «la enfermera de la muerte»,
que mientras trabajaba en el hospital de Mantes La Jolie ayudó a
morir a siete de sus pacientes (les asesinó, según la acusación),
que comenzó ayer en Versalles, en la región parisina, ha despertado
en Francia el debate sobre la eutanasia.
Un importante sector de opinión del país galo se alió con la enfermera en 1998, cuando se conoció que podría haber causado la muerte a varios pacientes en estado terminal. Progresivamente, y cuando se conoció que, probablemente, no había pedido su opinión a ninguno de los enfermos, Malèvre se fue quedando sola en sus protestas contra «un sistema de salud injusto».
Son siete los «asesinatos» por los cuales el Tribunal de lo Penal de Versalles ha decidido procesar a Christine Malèvre, de tan sólo 33 años, pero se sospecha que pudo haber otros casos que no han sido probados. En todos, la enfermera les administró por vía intravenosa productos que causaron la muerte de los pacientes. La sentencia puede provocar su reclusión a perpetuidad.
La enfermera, que actualmente trabaja como secretaria en una fábrica en Laval (oeste) ya que no puede ejercer su profesión, llegó a admitir mientras estaba bajo arresto provisional que había ayudado a morir a unas 30 personas, si bien en su libro, titulado «Mis confesiones» y publicado en marzo de 1999, sólo reconoce haber asistido a tres de sus enfermos, mientras que en otro de los casos se produjo un «error» mortal. La sospecha de que la enfermera no había obrado con el acuerdo de los enfermos se vio refrendada cuando varios exámenes psicológicos pusieron en duda la estabilidad de la enfermera, posiblemente «tendente a la perversión» y «con una cierta megalomanía». Esto podría haberla llevado, según los expertos, a considerar su juicio sobre la inutilidad de prolongar la vida de sus pacientes.
En su momento, Malèvre llegó a ser agradecida por los familiares de algunas de sus víctimas por haber evitado el sufrimiento de los parientes. Otros familiares, sin embargo, acusan a la enfermera de haber segado la vida de los enfermos cuando aún tenían posibilidades de salvarse. Y éste es el debate que se reproduce en la sociedad francesa desde que el caso salió a la luz.