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Los restos de las víctimas quedaron esparcidos en un radio de 100 metros

Tras el impacto, una gran humareda era visible desde varios kilómetros y el aparato quedó también partido en cientos de pedazos

P.M./J.J./G.P.
Las personas que pudieron acceder al lugar de la tragedia se encontraron con un paisaje desolador, con restos humanos y del aparato esparcidos en un radio de cien metros. El impacto contra la roca fue tan brutal, que el trozo más grande de un cuerpo que se pudo recoger fue la parte de un tronco. En la zona, con visibilidad muy escasa por la densa niebla y el humo que seguía aflorando de los trozos del jet que se incendiaron, iban apareciendo miembros carbonizados.

Fueron éstas las primeras imágenes de la tragedia. Después, con el paso del tiempo, se fueron conociendo los datos de las víctimas y del último vuelo que efectuaron en su vida. Enrique Soria, el piloto, era el director general de la multinacional Nifco España y dueño de una academia privada para pilotos en Sabadell. Él y sus dos cuñados tenían el plan de vuelo aprobado para despegar de Son Bonet. Lo hicieron a media mañana y después el piloto se comunicó con la torre de control de Son Sant Joan.

Los expertos en navegación aérea consideran 'ilógica' la ruta que siguió Enrique Soria. Explican que ayer, debido a las nulas condiciones, las escuelas de pilotos de la Isla cancelaron todos los vuelos. Había mucha niebla y, en el caso concreto del jet privado, se considera que lo normal era, o bien ascender a unos 4 mil pies y después girar a la izquierda, pasando por debajo de la cordillera con destino a Sabadell, o bien optar por dirigirse hacia Pollença, pasar el faro de Formentor y después girar el aparato hacia su punto de destino. El plan de vuelo señalaba un tiempo de navegación de una hora y 20 minutos, con destino a Sabadell y el alternativo a Girona si surgían problemas. Ahora Aviación Civil ha abierto una investigación para aclarar las causas del accidente.

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