Los vecinos se mostraron ayer compungidos al enterarse de que a este hombre lo habían asesinado ya que, pese a que se sabía que era una persona que solía recibir la visita de hombres en su domicilio, se caracterizaba por ser muy discreta y que no solía llamar la atención. Sebastián Montserrat había comprado esta vivienda, situada en la cuarta planta de un edificio ubicado justo enfrente de la plaza Pere Garau, hace poco más de un año, por lo que muchos de los habitantes de la finca ni tan siquiera conocían su nombre. Una mujer, que había residido hasta hace poco tiempo en la vivienda situada enfrente del piso de la víctima, recordaba ayer a Sebastián Montserrat como «un hombre muy introvertido. Lo veía salir por la mañana y volver a casa por la noche a dormir».
La mayoría de vecinos se enteró de la muerte de la víctima al recibir ayer la visita de la Policía. Nadie escuchó ningún ruido extraño, pero tampoco se sabía lo que había pasado, aunque más de uno se asustó al enterarse de que había sido asesinado. Ningún vecino se había dado cuenta que el hombre, al menos, llevaba una semana muerto, aunque a uno de ellos le había llamado la atención que llevara días sin retirar la ropa del tendedero. «La verdad es que no le di más importancia», señaló.
Además, en la finca no se notaba la desagradable olor que produce la descomposición de un cadáver, por lo que nadie había notado su desaparición. La policía, tras recibir la denuncia de un familiar que llevaba más de una semana sin tener noticias de Sebastián, visitó la pasada semana la finca y un vecino le dijo que hacía unos tres días que le había visto, por lo que no se dio más importancia al caso. Sin embargo, al ir pasando los días y se seguía sin tener noticias de este hombre, ayer se entró en su casa y se descubrió el asesinato. Sebastián tenía todos sus familiares en Llucmajor.