EFE-ZÚRICH
Un estudio de la Escuela Superior Técnica de Zúrich advirtió en
1990 de las deficiencias del control suizo sobre el espacio aéreo
en el que se produjo el choque de dos aviones. Según el profesor
Hans Zeier, aquel estudio indicaba que faltaban personas de
confianza a las que los controladores pudieran recurrir en caso de
estrés y señalaba la conveniencia de disponer siempre de un
controlador suplementario como reserva.
Doce años después, la Oficina Federal de Aviación Civil ha reaccionado y ha dispuesto una serie de medidas que, de haberse adoptado en su momento, habrían evitado la tragedia. Así, en adelante, siempre tendrá que haber al menos dos personas en la torre de control y los sistemas de seguridad sólo podrán desconectarse cuando estén disponibles controladores aéreos adicionales.
Mientras tanto, el alcalde de la ciudad alemana de Constanza, en cuyas inmediaciones se produjo la colisión aérea entre el avión ruso y uno de flete de la compañía DHL, ha escrito al ministro alemán de Transportes, Kurt Bodewig, para pedirle que no permita que la seguridad del espacio aéreo fronterizo alemán siga en manos de los controladores suizos. El alcalde, Horst Frank, del Partido Verde, declaró que sus convecinos viven «en miedo constante por culpa de Skyguide» y agregó: «Los movimientos en nuestro espacio aéreo son demasiado importantes como para dejarles la responsabilidad a los suizos».
El diario la Tribune de Geneve, explicó ayer por qué los controladores aéreos del aeropuerto de Ginebra no pudieron dar el aviso a sus colegas de Zúrich y sí lo hicieron los de la ciudad alemana de Karlsruhe, que está a igual distancia. Ginebra está a unos 250 kilómetros de Zúrich, más o menos a la misma distancia que Karlsruhe, pero sus controladores no pueden ver el tráfico por encima del lago de Constanza ya que su radio de acción no sobrepasa los 250 kilómetros y dos tercios del espacio aéreo que observan están en Francia.