Cuatro personas murieron ayer de madrugada en el incendio de un edificio de ocho plantas en el paseo de La Habana de Madrid, que, según los bomberos, se originó en la portería del inmueble y con posterioridad las llamas subieron por la escalera a consecuencia del «efecto chimenea». Los fallecidos son el matrimonio formado por Ramón Saavedra Herrero, de 71 años, y Concepción Castaño, de 67,ambos jubilados, y el hijo de ambos, José Luis Saavedra, de 39, guionista y escritor, los tres residentes en uno de los áticos del octavo piso y cuyos cadáveres fueron hallados al mediodía. La cuarta víctima es el vecino Jesús Alamo Rejas, de 55 años, que fue hallado aún con vida por los bomberos, caído en el rellano de la escalera de la sexta planta, presumiblemente intoxicado cuando trataba de huir del fuego, y que murió en el hospital La Paz.
En el siniestro también se vieron afectadas una veintena de personas, entre ellas dos bomberos, la mayoría con síntomas de intoxicación por humo y crisis nerviosas. Según la versión del jefe de Bomberos de Madrid, Juan Redondo, el fuego, debido al «efecto chimenea», ascendió de prisa por una de las dos escaleras, revestida de madera, que estaba envuelta en llamas cuando llegaron los bomberos, que lograron sacar a más de quince personas que pedían auxilio desde las terrazas y las ventanas del inmueble. Se da la circunstancia de que los tres fallecidos de la misma familia vivían en la escalera que no se vio afectada por el fuego y que, durante el siniestro fue revisada por los bomberos, quienes alertaron a los vecinos a voces.
Redondó explicó que esa escalera apenas tenía humo cuando la inspeccionaron y que llamaron a la puerta de la familia que murió, pero nadie contestó. Sólo a media mañana, cuando el fuego llevaba varias horas extinguido, gracias a una conversación casual entre vecinos se tuvo la sospecha de que los propietarios del ático del octavo podrían haber estado en casa esa noche: «Nos llamaron a las 11.26 horas, tiramos la puerta y aparecieron los tres cadáveres y el del perro detrás de la puerta», dijo el jefe de Bomberos.
Los fallecidos tenían hollín en las comisuras de los labios y los orificios de la nariz, lo que indica que «inhalaron humo probablemente al intentar salir por la escalera, pero no pudieron y volvieron a entrar, ya irremediablemente envenenados por monóxido de carbono. Por eso no respondieron», añadió. Redondo lamentó que las víctimas «cometieran la terrible equivocación» de intentar huir por la escalera -un hombre apareció con gabardina y la mujer, con bata- «teniendo una terraza en el ático en que vivían y en la que podrían haberse refugiado».