El fiscal Joan Carrau solicitó ayer una condena de ocho años de prisión para un nigeriano, llamado Ernest O.O., quien llegó al aeropuerto de Palma con nueve envoltorios de cocaína escondidos en su cuerpo, por lo que se le acusa de tráfico de drogas. El individuo, defendido por el letrado Gaspar Oliver, no quiso explicar al tribunal quién le había contratado o qué pretendía hacer con la droga que llevaba, que en total eran 258 gramos de gran pureza. Los hechos ocurrieron el día 29 de agosto del pasado año. El acusado llegó al aeropuerto procedente de un vuelo que había salido desde la ciudad holandesa de Amsterdam.
La Guardia Civil intensifica la vigilancia de los pasajeros de estos vuelos porque se sabe que suelen viajar muchos traficantes. Así, a los agentes les llamó la atención la presencia del nigeriano, que no había facturado ningún equipaje y que salía precipitadamente de la zona de pasajeros. Fue identificado a la salida y se le pidió que fuera a las oficinas de la Guardia Civil. Al ser cacheado se comprobó que el pasajero llevaba 2.600 dólares, dinero que no pudo justificar su procedencia, por lo que se sospechó que en su cuerpo podría llevar droga escondida.
El acusado firmó una autorización para que le realizaran un examen radiológico que confirmó las sospechas. Ernest O.O. llevaba nueve bolas en su intestino, que contenían cocaína. El joven de color fue ingresado en el hospital, donde evacuó estos elementos extraños. La droga que llevaba fue valorada en tres millones de pesetas.
El abogado defensor consideró que se habían vulnerado los derechos al mantenerle retenido mientras se le convencía de que firmara la autorización al examen radiológico. Asimismo, el letrado consideró que la pena solicitada por el fiscal era desproporcionada, porque se trataba del último eslabón de los traficantes.