El violento terremoto que sacudió el lunes la provincia afgana de Baglan ha causado miles de muertos y heridos, además de dejar sin hogar a 10.000 personas, según las primeras estimaciones reveladas ayer por diversos organismos oficiales. El terremoto alcanzó una magnitud de entre 5'9 y 6'3 en la escala de Richter. El ministerio de Defensa afgano informó de que 600 cadáveres habían sido recuperados ayer en varias localidades afectadas por el seísmo, que se produjo a las 19.30 hora local (14.00 GMT) del lunes y fue seguido de varias fuertes réplicas que duraron hasta la madrugada. Las sacudidas alcanzaron a algunas áreas del distrito de Burqa y a cinco pueblos del distrito de Nahin, la ciudad epicentro del terremoto, que ha quedado prácticamente destruida.
Las fuerzas multinacionales de seguridad en Kabul ya se han movilizado para ayudar en las operaciones de ayuda a las víctimas, con un amplio despliegue anunciado por el vice representante especial de Kofi Annan en Afganistán, Nigel Fischer, y Yusuf Nurstani, portavoz del presidente afgano. La ISAF ya ha transportado en helicóptero a la zona devastada a un grupo de expertos en emergencias de distintos organismos y un equipo de comunicaciones, mientras el Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ya ha comenzado a distribuir tiendas de campaña en el distrito de Nahin. Asimismo, un equipo de evaluación de la ONU, con miembros de ACNUR, de la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA) y de UNICEF partió ayer de Pul-I-Khumri para intentar llegar a la zona afectada.
Uno de los principales problemas es la dificultad de acceso a esta provincia, según explicó la portavoz de UNICEF, Wivina Belmonte, quien indicó que ya han enviado el primer convoy de ayuda médica desde Tayikistán. También la Comisión Europea acudió ayer en ayuda de las víctimas del terremoto y envió 500 tiendas y mil mantas a la zona afectada a través de ACTED, una organización no gubernamental francesa. ACTED ha movilizado 1.500 tiendas y 1.500 alojamientos temporales que están almacenados en Shomali, al noreste de Kabul, como parte del programa para cubrir las necesidades del invierno de las personas desplazadas en la provincia de Baglan y en la zona de Shomali. El terremoto agrava la ya paupérrima situación del país, asolado por más de 20 años de guerra civil, la sequía y los efectos de los ataques de EEUU.