Alberto López regresó al escenario del crimen casi tres meses después. El homicida confeso del Coll d'en Rabassa, que el pasado día 2 de enero estranguló y mató con una maza a su novia Sandra González, reconstruyó ayer en la planta baja donde vivía con la víctima cómo se desarrollaron aquellos dramáticos acontecimientos. A las 10.03 horas una furgoneta del Cuerpo Nacional de Policía enfiló la calle Brunete y aparcó a veinte metros del número 8, donde debía efectuarse la reconstrucción. En la calle ya esperaba la jueza Piedad Marín, titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Palma, y que instruye el sumario por el crimen; una comisión judicial, y el letrado Eduardo Valdivia, que en calidad de abogado defensor de Alberto López fue quien solicitó esta nueva prueba.
El acusado, nada más detectar la presencia de un fotógrafo, se ocultó el rostro y tres policías lo custodiaron hasta la puerta de la planta baja. Su abogado se acercó a él para confirmar que estaba más calmado y poco después se inició la reconstrucción. La dueña de la casa, que la tenía alquilada a la pareja, abrió con sus llaves y un agente judicial retiró el precinto que protegía la puerta desde el día en que fue descubierto el cadáver de Sandra González. El procesado accedió sin reparos al interior y una vez en la sala reconstruyó de forma minuciosa, con gestos visibles desde la calle, cómo se inició la discusión entre ambos que desencadenó en el crimen.
El objetivo de la defensa era dejar claro que tanto Alberto como Sandra habían consumido ingentes cantidades de cocaína la noche en que ocurrieron los hechos y que no existió premeditación por parte del albañil a la hora de acabar con la vida de la joven. De hecho, Valdivia sostiene que en todo caso se trató de un homicidio y no de un asesinato, para el que la pena sería mayor.
La Policía Científica también estuvo presente en la prueba, que fue seguida con interés por la jueza. Veinte minutos después la magistrada dio por finalizada la reconstrucción y Alberto López regresó a la cárcel de Palma, donde permanece ingresado desde principios de año. El joven sostiene que el 2 de enero mantuvo una discusión con Sandra porque tenía remordimientos ya que habían robado 850 mil pesetas en casa de sus padres, para comprar droga. El crimen no fue descubierto hasta dos días después.