Jaume Serra, se convirtió, sin comerlo ni beberlo, en uno de los protagonistas indirectos del accidente ferroviario. Este joven mecánico, que trabaja en un taller ubicado justo al lado de la estación, fue el único testigo ocular que no estuvo involucrado en el suceso. Por este motivo ya prestó declaración ante la Guardia Civil ayer mismo. A la hora del choque, Jaume se encontraba fuera del taller desenganchando un remolque agrícola.
Cuenta que «cuando oí llegar al tren estaba de espaldas. Estoy acostumbrado al ir y venir del tren cada día y ni me fijo». «Justamente me llamó la atención la gran velocidad con la que el tren llegaba a la estación y cuando me giré vi cómo la locomotora embestía el bloque de hormigón», explica el joven. Según Serra «el tren pegó con tal fuerza que se levantó al menos tres metros sobre el bloque y cayó en seco sobre él. La suerte ha sido que las ruedas han topado con el hormigón y han actuado como freno». Serra se ha asustado por la colisión y por el tremendo estruendo que ésta ha provocado.
El joven afirma que «no quiero ni pensar qué hubiera pasado si el tren continúa su trayecto y no se hubiese frenado con el tope. Hubiera sido una desgracia». Serra afirma que por el ruido y la velocidad de la máquina parecia como si el conductor no la pudiese frenar». El joven comenta que «enseguida todos los vecinos acudimos a ayudar a los heridos pero enseguida llegó la policía y los bomberos y nos apartaron para poder trabajar ellos». El sentir de Jaume Serra era también el de los numerosos vecinos de sa Pobla que durante todo el día fueron a ver el tren como si fuese un espectáculo. Todo el mundo se felicitaba que la desgracia hubiese sido mínima y que el tren no hubiese volcado o continuado su trayectoria hacia la calle.
Por otra parte, los primeros afectados por el accidente fueron los usuarios habituales de la línea sa Pobla-Inca, que tuvieron que desplazarse a Inca en un autobús fletado por SFM y que cubrió el trayecto hasta media tarde cuando se reanudó el servicio habitual. Conseguir que el tránsito volviese a la normalidad en tan poco tiempo no fue empresa fácil. El choque y descarrilamiento del tren hizo necesario un auténtico despliegue de medios técnicos para poder proceder a restablecer el servicio con la mayor rapidez posible. Por la mañana, en una delicada maniobra los técnicos desengancharon los dos vagones traseros de la locomotora que no se encontraban dañados.
Para devolverlos a Palma era necesario volver a encarrilar uno de ellos. Para ello se precisó una gigantesca grúa que se montó al lado de la estación. En una complicadisima operación se procedió a levantar el vagón intermedio para encarrilarlo. El trabajo de retirada de la locomotora se antojaba mucho más complicado. En principio se optó por mover la unidad dañada de la vía para poder volver a utilizarla. Estaba previsto que esta unidad fuera transportada hasta Palma mediante una enorme plataforma, a ultima hora de la noche aprovechando la menor intensidad de tráfico. En los próximos días se acabará de mejorar el recinto de la estación.
El último accidente ferroviario grave de Mallorca se
produjo en 1988
Mallorca no registraba un accidente ferroviario de similar gravedad
desde el año 1988. Fue entonces cuando el tren descarriló, en esa
ocasión por culpa de una gran piedra colocada en las vías. Así lo
recordó el gerente de SFM, José Antonio Santos, que defendió la
seguridad de las actuales unidades de marca CAF y que llevan en
servicio desde 1996, habiendo funcionado con eficiencia. Por otra
parte, los daños materiales son más que cuantiosos. La locomotora
ha quedado prácticamente inservible y sólo reemplazarla costará mas
de 600.000 euros (100 millones de pesetas). A ello se le tendrá que
añadir el coste de las obras de condicionamiento del final de la
vía y la estación.