MICHELS/FAUSTO RAMOS
En estas fechas se ha cumplido un año del crimen de sa Mola, en el
término de Andratx. La víctima, una mujer de mediana edad de
nacionalidad alemana llamada Irmelda Regina, viuda acaudalada que
residía de forma habitual en una gran mansión de aquella zona,
apareció asesinada con cinco puñaladas, una de ellas le había
seccionado la yugular.
Después el cadáver fue arrastrado hasta la cocina donde finalmente sería descubierto. Las investigaciones que realizó la Guardia Civil desde el momento en que fue hallado el cadáver fueron muy laboriosas y desde el principio se centraron en el entorno de la mujer. Así, pocos días después se había conseguido obtener numerosos datos sobre el supuesto autor del hecho, un filipino de nombre Santiago Felino, que había desaparecido del lugar de forma repentina tras cometerse el hecho criminal. Este individuo al parecer mantenía una relación amorosa con una de las empleadas del hogar de la víctima, también de nacionalidad filipina, por lo que se supone que conocía bien los hábitos y costumbres de la fallecida.
También los investigadores sospecharon desde un principio que el móvil del crimen había sido el robo. Parece ser que Irmelda Regina el día de autos había sacado una importante cantidad de dinero de un banco. Tanto el bolso como las llaves de la casa no aparecieron y, casi sin duda, fueron sustraídos. En el transcurso de las investigaciones fueron detenidos un hombre y una mujer también de origen filipino, amigos del sospechoso, si bien poco después fueron puestos en libertad por falta de pruebas.
También ocurrió otro hecho un tanto extraño, ya que en ese tiempo «alguien» rompió los precintos de las puertas de acceso a la vivienda con ánimo de apoderarse de objetos valiosos allí existentes. Concretamente a la víctima se la suponía poseedora de varios lotes de joyas que tenía guardadas en una caja fuerte y cuyo valor ascendía a más de 40 millones de pesetas. La mansión, valorada en unos cientos de millones, actualmente deshabitada, al parecer ha sido heredada por un antiguo novio de la víctima, que la ha puesto en venta. El caso, un año después, está policialmente resuelto; no obstante, falta lo más importante: detener al autor material del crimen, que se oculta en Filipinas.