Alberto López Rodríguez, el supuesto asesino, pasó casi toda la noche junto al cadáver de su novia, a la que había matado golpeándole con la maza de un albañil y, al parecer, estrangulándola. El joven, sobre las diez de la mañana de ayer, abrió la puerta a su madre y le confesó que había matado a Sandra. Cuando llegó la policía al escenario del crimen el joven se encerró en una habitación, y se negó a salir. El cadáver de su novia seguía en el salón comedor. Finalmente abrió la puerta y confesó lo ocurrido. Los agentes comprobaron que el supuesto asesino se había autolesionado, cortándose las venas de ambas muñecas.
Alrededor del mediodía el joven fue sacado de la vivienda e introducido en una ambulancia, que lo trasladó al Hospital General. Al salir por la puerta, escoltado por los agentes, la madre de Sandra le gritó: «Asesino, asesino ¿por qué, por qué?, hijo de puta». El joven escuchó estas frases de la madre de la fallecida cuando lo subían a una camilla y le cubrían las piernas. Alberto giró la cara, opuso una ligera resistencia y contestó a la mujer: «No te preocupes, puedes quedarte tranquila, me voy a ir con ella». Ya no pudo decir nada más.
Dentro de la ambulancia el detenido también ofreció una cierta resistencia. El sanitario le colocó una venda para taparle la herida de las muñecas. Después la ambulancia se dirigió al hospital. Un agente viajó junto al detenido para evitar que huyera o que intentara de nuevo autolesionarse. Una vecina de la barriada del Coll recordaba que el joven aparentaba tener un carácter muy tímido, y que no había protagonizado ningún incidente.