Los siete acusados serán juzgados el próximo mes en la Audiencia de Palma. Entre los acusados destaca la presencia de dos ciudadanos marselleses, sobre los que las autoridades francesas reclaman su extradición, y están considerados como delincuentes muy peligrosos. El fiscal sitúa a Christian D. como la persona que ideó el plan para introducir en España alrededor de dos mil kilos de hachís. El plan consistía en recoger la droga en Marruecos y trasladarla a Mallorca en un yate de recreo. El hachís iría camuflado en unos recipientes envasados al vacío y después debían ser transportados a la Península dentro de un camión frigorífico. El marsellés adquirió en septiembre del año pasado el yate «Piece of Cake», de 21 metros y con bandera británica.
El francés contactó con el español Francisco H.G., quien a cambio de cinco millones de pesetas aceptó pilotar el barco en la travesía de Marruecos a España. El nombre de este español aparecía como dueño del yate. Christian D., según explica el fiscal, alquiló una casa de campo situada en la carretera entre Inca y Llubí. Allí debía envasar la droga y alojar al resto de compañeros. También compró un todoterreno, una furgoneta, un camión frigorífico y una lancha neumática. Para llevar a cabo el plan el jefe de la organización reclutó a tres extranjeros, que se trasladaron a la Isla para descargar la droga y transportarla a la Península. Se tratara de Michel Daniel M., Alfred A. y Gabin F. Este último también se le considera un peligroso delincuente y se cree que participó en la fuga de un preso en Madrid.
El yate zarpó rumbo a Marruecos en el mes de noviembre de 2000. Además del capitán español, a bordo viajaban los marroquies Atik B. y Jilelli H. La embarcación recogió el hachís en Marruecos y puso rumbo a Mallorca, haciendo una escala técnica en Valencia. El «Piece of Cake» se dirigió a la zona de Cala Virgili, en la zona de Manacor, donde se había acordado desembarcar la droga. Allí les esperaba el resto de la organización, que había llevado los vehículos para trasladar la droga. Sin embargo, el plan fue abortado por la Guardia Civil. Al ser descubiertos parte de la droga fue arrojado al mar, aunque a bordo quedaron casi 766 kilos. El resto se recuperó después en el fondo marino. El hachís fue valorado en casi 500 millones de pesetas.